Pues, lo hice, me comí el orgullo como muchas veces he hecho, pero esta vez lo necesitaba.
Necesitaba volver a hablarle, sentirme importante, sentir la necesidad de vivir por alguien, tener una razón por la que sonreír día a día.Él que es el único que consigue que en ese momento de llanto, ese horrible momento  en el que tu cara es un pozo de lagrimas negras y rimel corrido, de repente te dice una de sus boberas y entre lagrima y lagrima, te saca una sonrisa.
Esa sonrisa que tanto echaba de menos,su sonrisa.