Cuando llega la hora de la verdad das tu vida por ella, la sangre de tus venas te delata y tu corazón bombea cada vez más rápido. Esa sensación de angustia, de que toda tu vida se va por el desagüe, tu vida sin ella no es vida. El momento en el que todas aquellas discusiones, enfados, gritos, insultos, todo, ya no importan. Porque la persona más importante de tu vida, la fuente de tu vida, la que te ha llevado 9 meses en su útero, la que aguanta tus tonterías, tus perreras, tus actos de inmadurez, la que te ha enseñado la realidad de esta vida tan puta, la que trabaja como una negra para poder sacarte adelante, la que te reprocha tus malas notas, la que te castiga por tu bien. Porque sentir que estaba sufriendo, sentir que alguien la esta hiriendo, sentir como la sangre te hierve por dentro y estallas. Nunca, pero nunca te pongas entre medio de mi y de ella. Porque ella es la que me ha dado la vida, la razón por la que a día de hoy tengo un techo bajo el vivir y algo que echarme a la boca, porque el cariño de una madre no se puede medir con nada, porque ella es toda mi vida y porque si ella no estuviera aquí yo no sabría lo que hacer. Te quiero mamá.